Enemigo de la guerra y su reverso, la moneda
no propuse otra batalla que librar al corazón
de ponerse cuerpo a tierra
bajo el paso de una historia
que iba a alzar hasta la gloria
el poder de la razón.
Y ahora que ya no hay trincheras
el combate es la escalera
y el que trepe a lo más alto
pondría a salvo su cabeza
aunque se hunda en el asfalto.
La belleza,
la belleza,
la belleza, la belleza,
la belleza.
Mirales como reptiles al acecho de su presa
negociando en cada mesa maquillajes de ocasión.
Siguen todos los raíles
que conducen a la cumbre,
locos porque nos deslumbre
su parásita ambición.
Antes iban de profetas
y ahora el éxito es su meta.
Mercaderes, traficantes,
más que náusea dan tristeza
no rozaron ni un instante
La belleza,
la belleza,
la belleza, la belleza,
la belleza.
Y me hablaron de futuros fraternales solidarios
donde todo lo falsario acabaría en el pilón.
Y ahora que se cae el muro,
ya no somos tan iguales
tanto vendes, tanto vales,
¡Viva la revolución!
Reivindico el espejismo
de intentar ser uno mismo,
ese viaje hacia la nada
que consiste en la certeza
de encontrar en tu mirada
La belleza,
la belleza,
la belleza, la belleza,
la belleza.
Luis Eduardo Aute