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Se hizo un violín de cristal porque quería ver la música. Arrastró su barca hasta la cima de una montaña y esperó a que el mar llegara hasta allí. Por las noches estudiaba el «Horario de trenes»; las estaciones de destino le sacaban lágrimas de emoción. Criaba rosas con dos erres. Escribió un poema para el crecimiento del cabello y otro para lo mismo. Estropeó el reloj del ayuntamiento para detener de una vez por todas la caída de las hojas de los árboles. En una maceta donde vio crecer la hierbabuena quiso hacer excavaciones para encontrar una ciudad. Anduvo con la Tierra a sus pies, sonriente, despacito, como dos y dos son dos: feliz. Cuando le dijeron que no existía, al no poder morir de pena, tuvo que nacer. Ya anda viviendo por ahí; parpadea y crece. ¡Justo a tiempo! ¡En un buen momento! A Nuestra Señora del Amor Hermoso, la Dulce Máquina de la Prudencia, pronto le irá bien un bufón para la honesta diversión y la inocente alegría.

Wislawa Szimborska

Los Mandamientos, su sagrada memoria. Los intereses de los hombres, su parcial interpretación. ¿Por qué le damos más importancia a unos que a otros? Por ejemplo, los de “no matarás”, “no robarás”…, no necesitan explicación, están claros sus mensajes, pero hay otros como el de “no tendrás pensamientos impuros”, en el que no es tan diáfano su significado. Para empezar, Dios dijo: “no cometerás adulterio”. En cambio la Iglesia hizo una interpretación endurecida del mismo. ¿Qué son pensamientos impuros? Una cosa es la tentación, pues todos tenemos deseos, y otra es pecar. Dios no fue contra la naturaleza del hombre, fue comprensivo y prohibió el daño a una tercera persona. A otros mandamientos, en cambio, no le damos tanta importancia. Casi todos decimos mentirijillas inocuas. Cualquier mentira puede ser piadosa mientras no perjudiquemos a nadie, pero cuál es el límite, el paso de algo sin importancia a un pecado mayor? El más evidente y el más difícil de cumplir es el resumen de todos ellos: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

Si te pones en manos de Dios, si te sientes parte de Él, si fluyes en su favor, si te dejas impregnar por su espíritu, todo es más fácil y te sientes mejor.

Tomando vino

Me miró, me dio belleza,
y yo la creí mía.
Feliz, me tragué la estrella.

Permití ser pensada
a imagen del reflejo
producido en sus ojos. Bailo, bailo
al compás de repentinas alas.

La mesa es una mesa, el vino, vino
en una copa, que es una copa
y está estando en la mesa.
Y yo soy imaginaria,
imaginaria hasta la médula.

Le hablo de lo que quiere, de las hormigas
que mueren de amor
bajo la constelación del diente de león.
Juro que una rosa blanca
salpicada de vino, canta.

Me río, inclino la cabeza
con cuidado, como si comprobara
un invento. Bailo, bailo
en una sorprendida piel, en un abrazo,
que me crea.

La Eva de la costilla, la Venus de la espuma,
La Minerva de la cabeza de Júpiter
eran más reales.

Cuando él no me mira,
busco mi reflejo
en la pared. Y sólo veo
un clavo del que han descolgado un cuadro.

Wislawa Szymborska

Errores

La falta de empatía, el descontrol emocional, la rabia interior; las sospechas sobre las actuaciones de los demás, las respuestas desmedidas que salen de uno mismo y son difíciles de asumir y apaciguar. Con la edad voy viendo con nitidez todos los errores cometidos en mi vida.

Si acaso

Podía ocurrir.
Tenía que ocurrir.
Ocurrió antes. Después.
Más cerca. Más lejos.
Ocurrió; no a ti.

Te salvaste porque fuiste el primero.
Te salvaste porque fuiste el último.
Porque estabas solo. Porque la gente.
Porque a la izquierda. Porque a la derecha.
Porque llovía. Porque había sombra.
Porque hacía sol.

Por fortuna había allí un bosque.
Por fortuna no había árboles.
Por fortuna una vía, un gancho, una viga, un freno,
un marco, una curva, un milímetro, un segundo.
Por fortuna una cuchilla nadaba en el agua.

Debido a, ya que, y en cambio, a pesar de.
Qué hubiera ocurrido si la mano, el pie,
a un paso, por un pelo,
por casualidad,
¡Ah, estás? ¿Directamente de un momento todavía entreabierto?
¿La red tenía un solo punto, y tú a través de ese punto?
No dejo de asombrarme, de quedarme sin habla.
Escucha
cuán rápido me late tu corazón.

Wislawa Szymborska

Kieslowski

El capítulo quinto de la serie El decálogo de Kieslowski es el mejor alegato contra la pena de muerte. Esta obra en su conjunto rezuma humanidad. Cada plano, cada encuadre, cada personaje está lleno de eso que llamamos vida, de eso que se esconde tras cada mirada, palabra o acción y que reconocemos como lo más propio del hombre.

Las nubes

Con la descripción de las nubes

debería darme mucha prisa,

en una milésima de segundo

dejan de ser ésas y empiezan a ser otras.

Es propio de ellas

no repetirse nunca

en formas, matices, posturas y orden.

Sin la carga de ningún recuerdo

se elevan sin problemas sobre los hechos.

¡De qué van a ser testigos!,

En un segundo se disipan en todas direcciones.

Comparada con las nubes

la vida parece tener los pies sobre la tierra,

se diría que es inmutable y prácticamente eterna.

Frente a las nubes

hasta una piedra parece un hermano

en el que se puede confiar

y las nubes, nada, primas lejanas y frívolas.

Que exista la gente si quiere,

y después que se muera uno tras otro,

poco les importan a las nubes

esas cosas

tan extrañas.

Sobre toda Tu vida

y también la mía, aún incompleta,

desfilan pomposas igual que desfilaban.

No tienen la obligación de morir con nosotros.

no necesitan ser vistas para poder pasar.

Wislawa Szymborska (Polonia, 1923)

Por desgracia, cada vez hay más olvidos en mi mente, debe ser la edad. Menudean los momentos en los que trato de acordarme del nombre de algún actor, deportista o persona del pasado y se produce un vacío dentro de mí, una angustia que me pone nervioso, pues, parece como si no hubiera nada a qué aferrarme y no pudiera evocar tal nombre. Sé que persigo, lucho, trato de construir un puente que me lleve a cruzar el río de los recuerdos. Me desespero y, sin saber cómo, más tarde, cuando estoy en otros asuntos, de pronto, me asalta ese término como una aparición. Me pregunto si esto irá a más, si llegará un día en el que ya no me acuerde no solo de nombres puntuales del ayer y comience a olvidarme de todo eso que te constituye como persona. Es un temor, quizás, infundado, porque me ejercito para que no se produzca, pero es el hecho que más miedo me da, que no le deseo a nadie, la pérdida de este pequeño paraíso del hombre, su vida, sus recuerdos, y adentrarse en la nada de las zonas muertas.

Recuerdos

Oh Soria, cuando miro los frescos naranjales
cargados de perfume, y el campo enverdecido,
abiertos los jazmines, maduros los trigales,
azules las montañas y el olivar florido;
Guadalquivir corriendo al mar entre vergeles;
y al sol de abril los huertos colmados de azucenas,
y los enjambres de oro, para libar sus mieles
dispersos en los campos, huir de sus colmenas;
yo sé la encina roja crujiendo en tus hogares,
barriendo el cierzo helado tu campo empedernido;
y en sierras agrias sueño ?¡Urbión, sobre pinares!
¡Moncayo blanco, al cielo aragonés, erguido!?

Y pienso: Primavera, como un escalofrío
irá a cruzar el alto solar del romancero,
ya verdearán de chopos las márgenes del río.

¿Dará sus verdes hojas el olmo aquel del Duero?

Tendrán los campanarios de Soria sus cigüeñas,
y la roqueda parda más de un zarzal en flor;
ya los rebaños blancos, por entre grises peñas,
hacia los altos prados conducirá el pastor.

¡Oh, en el azul, vosotras, viajeras golondrinas
que vais al joven Duero, rebaños de merinos,
con rumbo hacia las altas praderas numantinas,
por las cañadas hondas y al sol de los caminos
hayedos y pinares que cruza el ágil ciervo,
montañas, serrijones, lomazos, parameras,
en donde reina el águila, por donde busca el cuervo
su infecto expoliario; menudas sementeras
cual sayos cenicientos, casetas y majadas
entre desnuda roca, arroyos y hontanares
donde a la tarde beben las yuntas fatigadas,
dispersos huertecillos, humildes abejares!…

¡Adiós, tierra de Soria; adiós el alto llano
cercado de colinas y crestas militares,
alcores y roquedas del yermo castellano,
fantasmas de robledos y sombras de encinares!

En la desesperanza y en la melancolía
de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva.

Tierra de alma, toda, hacia la tierra mía,
por los floridos valles, mi corazón te lleva.

Antonio Machado

Conexión

Pensar en Dios cuando la naturaleza te ofrece una sensación de bienestar inmensa. Por ejemplo, ese lugar del parque tan idílico con esos árboles copando las sinuosidades del camino donde te das un baño de bosque y miras el cielo entre los resquicios de las hojas sintiendo la bondad del creador y piensas en la inmensidad del Universo, la complejidad del orden cósmico, la belleza, el amor. Es una de las maneras de llegar a Él, aunque, por nuestras limitaciones, no seamos capaces de comprenderlo.